Pertenecer. El valor escondido tras la máscara del deporte.

Crecemos con la inevitable sensación de que la soledad es una enfermedad, no nos paramos a pensar como bien menciona en su libro Onésimo Pérez que la soledad puede ser positiva. El budismo nos enseña que debemos tener un crecimiento interior para poder controlar nuestro entorno, todas nuestras actitudes perturbadoras se basan en la suposición innata de que la felicidad y el sufrimiento provienen de fuera de nosotros mismos.

Pero, no somos capaces de vivir ciertamente aislados, necesitamos estar en sociedad y que esa sociedad nos determine, hemos creado una serie de respuestas “de serie” que nos hacen representativos de un grupo. Cualquier acto que vaya en contra de ello puede significar una transgresión.

¿Y si el deporte y la salud comienza a quedarse en un segundo plano? ¿Y si, entre tantas modalidades, formas de ejecución, técnicas y tácticas, hemos dejado de lado el gran poder de sentirte integrado?

Cada vez más, valoramos que nos llamen por nuestro nombre y que nos sintamos dentro de una hermandad, nos gusta encontrarnos con caras conocidas, nos gusta saber quién luchará a nuestro lado. El deporte y el ejercicio físico forman ya parte de un fin secundario.

Deportes claramente en auge, crean un fuerte sentimiento de pertenencia para conseguir una adherencia. Un logo, un emblema, una simple camiseta y un horario cerrado bastan para formar una familia, en ese preciso instante un “box” será “casa”. Los deportes de equipo siempre tuvieron esta ventaja, han sabido jugar con un sentimiento de pertenencia que llegaba a trascender de sus vestuarios y captaba a aficionados.

Especial mención tiene en este tema el crossfit, deporte inicialmente individual que ha sabido jugar sus cartas, creando pequeños estados independientes dentro de cada box. Ahora cada persona se representa por un box e incluso dentro de cada uno de ellos, se diferencian por las horas a las que suelen asistir. Considerarse un “warrior” del grupo avanzado va acompañado de una manada que sigue sus pasos, que no compite contra él, sino con él. Tus marcas son ahora un sentimiento de orgullo del grupo. Este sentimiento de pertenencia nace del sustento que se recibe en los momentos difíciles.

En este paradigma se encuentra hoy día el deporte, donde la pregunta sería; ¿entrenas por sentirte bien y porque te gusta, o entrenas por sentirte integrado?

Y aún así, me considero un guerrero pacífico, pues las verdaderas batallas se libran en el interior.

Carlos Espinosa.

(Charlie_esp).

 

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