El futuro está en blanco.

Dejamos que nuestras condiciones, experiencias e interpretaciones pasadas guíen nuestro presente, asumiendo un futuro basado en ellas.

¡Cuán equivocados estamos!

Todo aquello que vivimos en el pasado no es más que eso: pasado. El futuro se está creando en el instante presente, en el Ahora, carente de todo juicio más que el que nosotros le damos.

Y ¿sabes qué? Ese juicio está plagado de experiencias previas, de daños previos, de juicios previos.

Bien es cierto que el manejo e interpretación de situaciones ha sido lo que nos ha mantenido vivos hasta ahora (y estamos vivos, mal del todo no lo hemos hecho).

Pero ahí está el quid de la cuestión:

Toda experiencia genera un aprendizaje, que moldea nuestra personalidad y nuestra percepción de la realidad inmediata.

El problema llega cuando, en lugar de generar un aprendizaje, extraemos de esa experiencia una limitación.

Ambos, el aprendizaje y la limitación, tienen cosas en común:

  • Los dos pueden ser sacados de una experiencia,
  • Los dos nos acompañarán durante algún tiempo y
  • Los dos marcarán nuestra conducta ante situaciones similares a la vivida.

Pero no ambos generan el mismo resultado.

Mientras uno potencia y enriquece nuestra experiencia en el mundo, el otro la empequeñece y la cohibe.

Somos nosotros los que, en última instancia, decidimos extraer un aprendizaje o una limitación de una misma situación. Sabiendo el resultado que genera cada uno, creo que está claro cual debe prevalecer.

 

El futuro está en blanco, exactamente igual que el lienzo de la imagen, ¿con qué pincel vas a pintarlo?

 

No dejemos que nuestro pasado limite nuestro futuro por medio de condicionar nuestra experiencia presente.

 

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